Métodos  Naturales de Reconocimiento de la Fertilidad , MNRF.

PONTIFICIO INSTITUTO “JUAN PABLO II” Para estudios sobre MATRIMONIO Y FAMILIA,

Sección Española, Valencia- Subsede Castellón

Congreso Internacional Reconocimiento de la Fertilidad Perspectivas para América Latina.  Managua , Nicaragua 22, 25 de Octubre,2008.

Asociación Nicaragüense por la Vida ( ANPROVIDA). Dr. Rafael Cabrera A
Instituto Valenciano de Fertilidad, Sexualidad y Relaciones Familiares ( IVAF).   
Dr. Javier Mandingorra.


Revisión y Edición de los Resúmenes: 

Grupo de Estudio de la Bioética  “ En Defensa de la Vida ”. (   Septiembre,  2010).   

v  Comprender la verdad y el significado de los términos  “Reconocimiento de la Fertilidad (RF),  y  Métodos Naturales de Reconomiento de la Fertilidad” (MNRF)  solo será posible si se parte de una antropología y de una ética  “adecuadas” 3  que ayuden a comprender y entender al hombre en lo que es verdaderamente humano,  considerándolo en su realidad integral, es decir, constituido por su doble dimensión corporal – espiritual. 

v  Los MNRF son una novedad en la pastoral familiar, en la que los matrimonios que los aplican, al igual que los monitores universitarios, profesores e investigadores que enseñan y realizan la investigación básica en indicadores de fertilidad, pueden ser comparados con los salmones, porque van en contra de la corriente contraceptiva, esterilizante y abortiva de una sociedad utilitarista.  Bajo la capacidad vivificante de la antropología adecuada, fuerza del valioso resorte pastoral en el ambiente del reconocimiento de la fertilidad familiar, hacen una apuesta por la terminología coherente de: “paternidad responsable”, “procreación responsable”,  “responsabilidad procreativa”,  “procreación integral” “Reconocimiento de la Fertilidad  (RF)  “Métodos Naturales de Reconocimiento de la Fertilidad”  (MNRF)  y “continencia periódica responsable”.  

v  La antropología adecuada nos enseña el ejercicio de la mirada contemplativa, la cual reconoce la esencia de los métodos naturales, centrada en la noción unitaria e integral de la persona humana, comprendida en su naturaleza creada, redimida y llaman a la gloria. 

v  La palabra “natural”, implícita en los MNRF, tiene un significado preciso: referido a la conformidad de estos métodos con la ley natural, y el orden moral Revelado por Dios, específicamente con el orden racional que es capáz de integrar los instintos y afectos propios del dinamismo sexual, bajo el gobierno de la inteligencia y la voluntad,  por medio de la castidad y la caridad esponsal. 

v  La palabra  “reconocimiento”,  implícita en los MNRF, tiene un significado preciso fundamentado en la mirada contemplativa que invita a penetrar la esencia,  la naturaleza, la profundidad, y a reconocer el misterio que significa la fertilidad humana, comprendida como don de Dios,  gracias a la mirada armónica entre la fe y la razón que proporciona la antropología adecuada. 

v  Los pilares antropológicos sobre los cuales se fundamentan los MNRF, son la unidad de la persona (en la dimensión óntica y en el obrar)  y el tríptico teológico del cuerpo humano, que está estructurado en tres pasajes de la Escritura.  La “primera tabla” del tríptico se basa en las palabras de Cristo en Mt 19, 3-9  en las que recuerda el principio, es decir, el proyecto originario de Dios sobre la persona modalizada como varón y como mujer,  la “segunda tabla” en Mt. 22, 30 reconoce la participación plena del don del Espíritu Santo, vivificante, fruto de la resurrección de Cristo, en la sexualidad humana. 

v  Los MNRF, al amparo de la antropología adecuada e integral, se orientan al proyecto originario sobre la persona humana,  modalizada como varón y mujer, como en el principio estado de inocencia originaria,  en el que  los dinamismos inferiores  fisicobiológicos y psíquicoafectivos se encontraban perfectamente integrados bajo el dominio del dinamismo espiritual, de la inteligencia y de la voluntad.  Pero, con el pecado de origen, los dinamismos inferiores, el instinto y los sentimientos gobiernan las acciones humanas, desintegrando y falsificando la sexualidad.  Cristo, con su gracia, redime todas esas situaciones,  capacitando a la persona en la integración de su actual humano por medio de la castidad y la caridad esponsal.  La persona reconoce que el punto de partida del proceso redentor del cuerpo humano es el bautismo,  su actualización se verifica con la eucaristía y tiene como meta la resurrección final.  Con esta mirada contemplativa sobre su cuerpo-persibam aprende a ordenar los amores, purificando los deseos e intenciones del comportamiento sexual para ejercer la responsabilidad procreativa de las relaciones sexuales que le permiten vivir en el lenguaje de donación total, exclusiva y definitiva la vocación al amor en el matrimonio o en la vida consagrada,  la primera, viviendo en continencia periódica y la segunda, en continencia perfecta y perpetua por el reino de los cielos. 

v  Los métodos naturales, con un reconocimiento antropológica y éticamente adecuado de la fertilidad,  salvaguardan el significado esponsalicio del cuerpo humano, que es capáz de expresar el amor con e que la persona se convierte en don. 

v  El reconocimiento adecuado de la fertilidad humana recupera el sentido de la filiación,  antes de ser hombres o mujeres,  casados o consagrados somos hijos.  Por ello, la antropología adecuada como fundamento de estos métodos facilita el reconocimiento de la vocación de la persona en clave de donación,  como lo expresa la Evangeliun Vitae,  92:  “ La vida humana es un don recibido para ser a su vez dado”. 

v  La antropología de la unidad de la persona es la base para comprender el binomio inseparable amor y procreación,  la bondad bidimensional, se salvaguarda con la responsabilidad procreativa ue enseñan los métodos naturales de reconocimiento – antropológica y éticamente adecuados- de la fertilidad humana. 

v  La estrategia de la ética esponsal de los MNRF es capacitarnos para que seamos redimidos por el amor de anistad con Dios ya que no ejercitan la continencia periódica para obtener un resultado contraceptivo, sino, por el contrario, forman en los esposos una voluntad procreativa o no-procreadora,  pero nunca fomentan una voluntad adnti-procreativa y en la lpersona humana.  En el primer momento, recuerda a la memoria del corazón de los esposos la alta dignidad personal del acto sexual,  porque pone las condiciones  para la venida a la existencia de una nueva persona humana y de la comunicación interpersonal ( y si no se puede garantizar este binomio  unión-procreación, entonces no se realiza el acto sexual),  esta bondad bidimensional es anticipo de la comprensión del segundo momento, en el que los esposos toman conciencia de ser cooperadores con el amor creador y redentor de Dios,  gracias al dinamismo de la procreación;  y el tercer momento,  reflexionan sobnre la concepción e identidad de la persona humana:  imagen y semejanza de Dios y sujeto que puede realizarse solo en el don de si mismo. 

v  Los MNRF,  anclados con la antropología adecuada, cooperan en la acogida del don en el corazón, como respuesta salvífica de felicidad. 

v  Los MNRF no son anticonceptivos naturales, sino que respetan la ley natural inscrita en la persona completa,  redescubren el lenguaje esponsalicio del cuerpo humano en lo masculino y femenino, garantizan la apertura a la transmisión de la vida humana en toda relación sexual matrimonial y salvaguardan la vida naciente desde su primerísimo estadio de la fecundación;  por ello, no se pueden equiparar con la contracepción,  puesto que son dos concepciones de la sexualidad humana irreconciliable entre sí. 

v  Finalmente, la antropología adecuada, como fundamento de los MNRF, desea recordar a la persona, el matrimonio y la familia lo esencial:  Cristo.  Como cristiana, y además de vida consagrada, se que el misterio que hace posible el reconocimiento-antropológica y éticamente adecuado- de la fertilidad humana es Cristo, plenitud del don.  Los MNRF superan el riesgo de ser enmarcados en un contexto anticonceptivo,  si la persona,  el matrimonio y la familia prolongan místicamente la presencia de Cristo en el sacramento eucarístico,  bajo tres aspectos fundamentales: 

v  En primer lugar, como custodias de adoración a imagen de María en la Encarnación, con una vida de oración y, en especial, de contemplación eucarística.  En segundo lugar, como Cordero inmolado a imagen de la Virgen María al pie de la cruz,  ofreciendo las florecillas de los microscópicos sacrificios y  en tercer lugar,  como Hostias de Comunión a imagen de la Virgen María en Pentecostés, irradiando fuego del amor del Espíritu Santo, prolongando místicamente a un Cristo amante,  como enseña Jn 13, 34-35:  Os doy un mandamiento nuevo:  que os améis los unos a los otros.  Que, como yo os he amado,  así os améis también vosotros.  En esto conocerán todos que sois mis discípulos:  si os amáis los unos a los otros.

 3 Es importante precisar el significado de la palabra antropología adecuada e integral:  “Pero al principio no fue así.”  (Mt  19, 8.  Cf.  Mc  10,6 ).  Estas palabras constituyen en las catequesis de Juan Pablo II, una clave teológica fundamental para comprender la “antropología adecuada e integral” que brota de la Palabra revelada, y que concuerda con la “experiencia esencialmente humana”-  En la respuesta de Cristo a los fariseos remitiéndoles  “al principio” .

Juan Pablo II,  Hombre y Mujer lo creó.   El amor humano en el plano divino,  Madrid,  Ediciones Cristiandad, 2000, p. 699.